Oyen las voces de los demonios, atormentando mi alma maldita, aghhh; sus voces retumban en mi cabeza. Creen que estoy loco pero no, ellos existen. La profundidad del abismo de las tinieblas sobrepasó al caos infernal de este vil mundo. Los muertos gritan por el dolor de sus pecados y el hades les da la bienvenida a esas sombras perdidas en el vicio de la promiscuidad. Las almas malditas como la mía gimen del cruel sufrimiento que taladra en el interior, la voz del juez que dicta culpable al abominable pecador que hay en mi. Cállense, engendros infernales, por piedad; sus nauseabundos labios susurran frases macabras que los santos se cimbran de terror ante las maquinaciones, temibles consejos que dan los diablos dantescos de la gehena. Mirad como los espectros pálidos y fantasmales sombras contemplan la esperanza perdida en vano sin jamas poderla alcanzar. Por mi rostro una lagrima escurre en un llanto amargo de hiel que corroe mi mejilla, suplicando con piedad salir de este infierno insoportable que ya no resisto más, no se si he perdido todo o nunca lo tuve, ignoro mi salvación o si siempre fui condenado desde el vientre de mi madre. Los ríos de sangre púrpura de inocentes corren por mis manos, perdón por haber fracasado en mi misión pero sucumbí ante mi propia debilidad de un espíritu indeciso y lleno de dudas y vacilaciones al hacer lo correcto la culpa solo es mía y de nadie mas.
autor Jean-Pierre-Michel es mi seudonimo de escritor
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