Friday, September 29, 2006

Fanny Hill 1.4

Mi madre pobre había dividido su tiempo tan completamente entre sus eruditos y sus pequeños cuidado domésticos, que ella había ahorrado muy poco de ello a mi instrucción, teniendo(habiendo), de su propia inocencia de todo el mal, ninguna indirecta o había pensado guardarme(protegerme) contra ninguno.

Yo ahora entraba en mi décimo quinto año, cuando lo peor de males me aconteció en la pérdida de mis queridos y amados padres, quien fueron ambos llevados por la viruela, dentro de unos días del uno al otro; mi padre que muere primero, y así apresuramiento de la muerte de mi madre; para que yo ahora fuera dejada(abandonada) una huérfana infeliz desvalida (para la venida de mi padre para colocar había accidental, él ser al principio un Kentishman). Aquel moquillo cruel que les había demostrado tan fatal, de verdad me había agarrado, pero con tales síntomas suaves y favorables, que yo era en este momento fuera del peligro, y, que yo entonces no sabía(conocía) el valor de que era completamente un mal incurable.

Salto aquí una cuenta de la pena natural y la aflicción la que sentí sobre esta ocasión de melancolía. Poco tiempo, y el vértigo de aquella edad se disiparon, demasiado pronto, mis reflexiones sobre aquella pérdida irreparable; pero nada se contribuyó más para reconciliarme para ello, que las nociones que inmediatamente fueron puestas en mi cabeza, de ir a Londres, y buscar un servicio, en el que me prometieron toda la ayuda y el asesoramiento de una Esther Davis, una jóven que había debido abajo ver a sus amigos, y quien, después de la permanencia de unos días, era para volver a su lugar.

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